Se llevo a cabo la salida de
vendedores mayoristas de La Parada con una violencia, que no vamos a comentar, pero
que ha podido evitarse o minimizarse habiendo tiempo para ello. Se trata una vez más de la famosa “crónica de una muerte anunciada”, de Gabriel
García Márquez que por enésima vez se produce en nuestro país.
Hace muchos años estamos
comentando y realizando propuestas para el complejo Gamarra y su espacio
inmediato, cual es La Parada y los barrios colindantes. Pero parece imposible obtener la atención de
autoridades edilicias para poder concretar planes integrales de regeneración
urbana que, de existir, hubieran podido evitar un atropellamiento de
decisiones, que se dramatiza no solo de la tragedia que nos ha conmovido a
todos - sino y sobretodo - en la ausencia de un plan a futuro para toda el
área. Insistimos, en que la llave del
desarrollo de la zona la tienen los alcaldes de Lima Metropolitana y de La
Victoria, pues ellos toman la decisión política en el dominio urbano. Necesariamente
tengo que referirme a nuestro reciente artículo del pasado mes de julio en el
número 76 de esta revista y otros más en
meses anteriores, en donde, señalamos la necesidad de plantear un plan de
múltiples acciones con uno o varios proyectos en el terreno de La Parada que ilustramos
con unos gráficos que ilustran una visión del lugar.
Y este barrio de Lima, no es
el único que merece atención preferencial, allí tenemos esperando decisiones,
el barrio de Los Barracones de Callao de donde posiblemente salieron varios de
los vándalos de la asonada pasada, el barrio de Ate alrededor del nuevo Mercado Mayorista de Santa
Anita en donde de no haber una acción municipal aparecerán las deformaciones urbanas
semejantes a La Parada, Lima Norte que
se ha desarrollado sumando y sumando centros comerciales, el incómodo centro
comercial en la avenida Pachacutec por donde trascurre el tren eléctrico. Ello
por mencionar los más relevantes barrios en los cuatro puntos cardinales de
Lima periférica. Todos ellos tienen un
enorme potencial para un desarrollo adecuado, y en todos ellos hemos tratado
infructuosamente de llamar la atención de los alcaldes de turno y/o presidente
de la región, con sendas propuestas y lineamientos de actuación, pero es
evidente que el corto plazo, el oportunismo y el controlismo reactivo son las
características congénitas de las actuaciones públicas en los espacios públicos. Me cabe mencionar la honrosa excepción de la
actual administración municipal de La Victoria que está prestando atención al
tema desde una mayor perspectiva producto de una mayor cultura urbanística, y
la actual administración de Lima Metropolitana que ha tomado la decisión de
enfrentar el problema.
Sobre el área de Gamarra y
alrededores organizamos el 1er Taller Internacional de Diseño Urbano de 1998
con la participación de académicos de Oxford y varios académicos peruanos de la
Facultad de Arquitectura de la UNI, en donde se levantó información de campo y
se dieron varios lineamientos para el complejo Gamarra que fueron expuestos
ante el que fuera futuro alcalde de La Victoria, y ante a varias gerencias de
la Municipalidad Provincial. Desde allí
y al año siguiente al taller, el alcalde actuó también con la policía para
expulsar vendedores para luego cercar las calles centrales concentrando la
seguridad en ellas, pero sin una mayor proyección para todo el entorno de Gamarra
ni del Mercado Mayorista que fue precisamente la conclusión central del taller.
La experiencia académica se
repitió 3 veces más en Lima en otros lugares problema, tal como el Callao, con
resultados interesantes pero igualmente sin toma de decisión política.
Sin embargo, se trabajaron
dos talleres adicionales, que bien enmarcados dentro de un trabajo en marcha
tuvieron importante influencia. Fue el
caso, de la experiencia de nuestro grupo de trabajo en la ciudad de Guayaquil, Ecuador, que es
sumamente relevante, pues allí, bajo una decisión política del alcalde León
Febres Cordero, paralelamente a la construcción del Malecón 2000 y sus
edificaciones, la Municipalidad del Guayas, remodeló y trabajó con la difícil comunidad
del cerro Santa Ana, integrándola totalmente a la vida urbana, hasta el punto
de convertirla en parte del circuito del malecón. Las características sociales del Cerro
Santa Ana eran muy parecidas a nuestro cerro San Cosme o El Agustino, aunque por
cierto sin el extremo agudo, era totalmente inseguro visitarlo y por ello se
planteó la necesidad de definir un área de “regeneración urbana” en el borde
del rio que en diversas etapas fue extendiéndose a las diversas zonas del
centro bajo la gerencia eficiente del ingeniero peruano Gustavo Jacobs. Cualquiera
que visite el conjunto podrá apreciar la convivencia de la comunidad residente,
los visitantes, con su infraestructura: el museo de arqueología y arte
contemporáneo de 10,000 m2 y las facilidades de distracción.
Para ir más lejos, basta
revisar las múltiples áreas de regeneración urbana en el mundo desarrollado y
en vías de desarrollo, con una legalidad desarrollada y mecanismos ya puestos
en prueba. Entre ellos, el excelente
trabajo en la ciudad de Medellín, Colombia.
Por ello, con conocimiento
de causa, podemos afirmar que sí es posible una regeneración urbana de la zona
que rodea La Parada que incluya el cerro San Cosme y para lograr ello debería
tenerse una estrategia conducente a lograr ese fin ¿qué debería suceder a partir de la salida
del mercado mayorista?
Una buena gestión que se
acompañe por un organismo autónomo con presupuesto para que las decisiones sean
ágiles, una visión de hacia dónde se va a dirigir el desarrollo del área con
resultados esperados que no se limite a
repetir los clásicos clichés. Un buen proyecto
urbanístico y definición de las
funciones claves que sean estratégicas para la zona. Dentro de ellos no se encuentra un parque con
una estación de policía únicamente, pues la presión de la delincuencia va a
transformar el espacio vacío en un campo de entrenamiento para la policía en
vez de un espacio de desarrollo estratégico de la zona. Lima tiene aquí otra gran posibilidad y
esperamos que las autoridades estén a la altura necesaria.
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