jueves, 30 de agosto de 2012

Emprendedores Vendedores


Emprendedores Vendedores

 

Por: Alberto Losada Gamst
 
Todos vendemos a lo largo de la vida, y más nos vale saber hacerlo si queremos sacar adelante nuestra idea de negocio. Porque emprender es vender.                                                                        

La figura del vendedor siempre ha estado presente en el desarrollo de la Historia. Por ejemplo, el conocimiento de nuevas culturas buscando otros mercados con los que comerciar, siguiendo rutas como hicieron el padre y el tío de Marco Polo hacia China, marcó unas prácticas comerciales fundamentales. Y eran vendedores. O comerciantes, si se prefiere. Pero se dedicaban a vender y a comprar.

Pero vamos a dejar las cosas claras: vivir es vender. Estamos vendiendo nuestros intereses desde que nacemos hasta que morimos. Cuando de niños intentamos convencer a nuestros padres para que nos compren unos cromos si nos portamos bien, estamos haciendo una oferta comercial. El quinceañero que va de colega guay, a la moda de la tribu en la que esté su grupo de amigos, está vendiendo su imagen. La chica que se arregla antes de salir también quiere venderse a sí misma, buscando aceptación e integración igual que el chico. Y ambos compiten con los otros chicos y chicas. Quieren destacar mostrando su individualidad a la vez que su espíritu de grupo.

 
Gustavo Adolfo Bécquer y William Shakespeare también eran vendedores: ofrecían su imaginación y sus penas a quien quisiera leer y ver representadas sus obras. Lo mismo se puede decir de un contable administrativo, que vende ante su jefe y a su empresa la calidad de su trabajo revisando facturas y balances.

Retomando el comienzo de este artículo, uno crea su empresa para ganar dinero. El emprendedor tiene que ser forzosamente el primer vendedor. Idear un modelo de negocio
y luego venderlo a los clientes son las dos caras de la moneda llamada empresa. Quienes creamos una empresa
naturalmente que
estamos enamorados de ella. Esa pasión es la que nos permite superar los mil obstáculos que vamos a encontrar. Lo que pasa es que ese aspecto romántico no nos debe impedir ver el lado económico de la iniciativa. Por mucho que nos guste la idea, el objetivo es que alguien esté dispuesto a pagar por ella. Si no lo hubiera, a por otra.

Montada la empresa, ahora toca vender a los clientes. Vender es hacer que alguien piense que lo mejor que puede hacer en ese momento es comprar lo que se le está ofreciendo. Es persuadir y motivar, es conectar con las necesidades reales o imaginarias del prospecto para que acepte el trato comercial. Emprender un negocio es vender. Si nadie compra ya sabemos lo que pasa, de modo que más nos vale saber vender y ponernos seriamente a ello.

Como decíamos, un emprendedor es un vendedor que nunca termina de vender. Él y sus socios, colaboradores y quienes le acompañen en la aventura. Todos venden, esforzándose por encontrar nuevos mercados y clientes y pensando productos y servicios para atenderlos. Además, y aunque vaya con el carácter de cada uno, personalmente creo que vender es divertido y humanamente enriquecedor, que le enseña a uno lo variadas que son las personas… y las múltiples posibilidades que hay de encontrar algo que se les pueda vender.

 

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